La biología de la creencia.

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La conexión entre cuerpo y mente
Por Jerry Brownstein
¿Han oído alguna vez hablar del efecto placebo? Durante un experimento rutinario para probar un nuevo medicamento, varios pacientes con una misma enfermedad son separados en dos grupos: a los primeros se les administra el medicamento y a las personas del segundo grupo les dicen que se lo dan también, pero en realidad es una pastilla de azúcar sin ingredientes activos. En prácticamente todos estos experimentos, el segundo grupo experimenta una gran mejoría, e incluso a veces tanto o más que las personas que sí se toman el medicamento. Recordemos que estos pacientes son aquellos que piensan que se les está administrando la verdadera medicación, pero que en realidad se toman una insignificante pastilla de azúcar. Queda claro que es su convicción la que activa sus cuerpos para que sanen sin intervenciones externas. Bienvenidos a la conexión entre cuerpo y mente.



Hay cientos de estudios científicos que demuestran de manera concluyente esta increíble conexión entre el pensamiento de las personas y la reacción de sus cuerpos. La mayoría de los estudios con placebo se han centrado en la toma de pastillas o medicamentos que no contienen principios activos, pero también funciona para operaciones quirúrgicas. La más famosa investigación en este sentido implicó una operación artroscópica de una osteoartritis de la rodilla. Se trata de una operación muy común que utilizan los cirujanos para aliviar la inflamación, entrando en la rodilla para extraer fragmentos de cartílago. Para poner a prueba la efectividad de esta operación, 180 pacientes que tenían osteoartritis fueron asignados al azar a dos grupos. Uno de ellos recibió la operación habitual, mientras que los del otro grupo recibieron una cirugía falsa. A todos se les hizo la pequeña incisión de la cirugía real, y se imitó el procedimiento para que pensaran que se les estaba haciendo de verdad… pero en realidad no se les había hecho nada. Entonces la incisión fue suturada. Los resultados fueron asombrosos. A los que habían recibido la operación de verdad no les fue mejor que a los que no. El mismo número de gente de cada grupo afirmó que les habían mejorado mucho las rodillas.



El efecto placebo muestra que una creencia positiva puede curar el cuerpo físico. Lo opuesto del efecto placebo es el efecto nocebo, que muestra que las creencias negativas tienen efectos negativos. En uno de estos estudios, se advirtió a todos los pacientes que el medicamento que se les iba a administrar podía tener efectos secundarios nocivos y que podían incluso perder el cabello. Como era de esperar, muchas de las personas que se tomaron el medicamento experimentaron dichos efectos, pero lo más sorprendente fue que el 30% de las personas que se tomó el medicamento “falso” perdió todo su cabello. ¿Cómo puede ser? No se pierde el cabello por ingerir una pastilla de azúcar… a menos que uno crea que se trata de un medicamento tóxico.



¿Cómo puede ser que la mente sea capaz de generar por sí sola reacciones físicas y químicas increíbles en el cuerpo? ¿Cuál es el proceso que transmite el poder de los sentimientos y emociones del cerebro a las células? He aquí una explicación simplificada de lo que ocurre: nuestro cerebro emplea un servicio muy eficaz de transmisión que alerta de inmediato a las células del cuerpo siempre que experimentamos un pensamiento o una emoción. Así, por ejemplo, cuando sentimos alegría nuestro cuerpo manda automáticamente unas moléculas especiales (llamadas péptidos) por todo el cuerpo extendiendo la buena noticia de que estamos sintiendo felicidad. Cuando cada una de estas moléculas llega hasta una célula, se conecta a ella mediante un punto receptor especial, como si introdujéramos una llave en un paño. En cuanto la “llave” encaja, el transmisor puede entrar en comunicación con el ADN del núcleo de la célula. En este ejemplo le “dice” al ADN que estamos sintiendo alegría y le da instrucciones para que segregue las sustancias químicas específicas asociadas con esa sensación tan agradable. Como esto ocurre en trillones de células a la vez, experimentamos cambios en nuestro cuerpo que reflejan dicha felicidad.

Todos nuestros pensamientos y emociones desencadenan el mismo proceso. El cerebro es el primero en experimentarlos y luego los comunica a las células, hasta que el ADN dentro de éstas recibe instrucciones para cambiar la química de nuestro cuerpo. Ideas y creencias positivas envían mensajes que contribuyen a generar salud y sanación, mientras que con los pensamientos negativos ocurre todo lo contrario. Quizás si aprendemos a gestionar nuestros pensamientos y emociones sabremos transmitir las señales adecuadas a nuestro ADN y conseguiremos tratar muchas enfermedades físicas sin necesidad de utilizar medicamentos o pasar por el quirófano. Esta conexión entre cuerpo y mente podría ser el fundamento de una nueva y revolucionaria manera de promover la salud y la sanación, a pesar de que a la medicina convencional le está costando reconocerlo. La curación con medios no físicos no tiene cabida en su filosofía imperante. Esto hace pensar en la famosa cita de Schopenhauer:


«Toda verdad atraviesa por tres etapas. En la primera es ridiculizada. En la segunda, se la combate con vehemencia. Y en la tercera, la verdad es aceptada como algo evidente por sí misma».

En lo que se refiere a la conexión entre cuerpo y mente, pareciera que hemos dejado atrás la primera etapa y estamos ahora firmemente anclados en la segunda. Sin embargo, y a pesar de la resistencia de algunos en la comunidad científica, se sigue investigando considerablemente sobre cómo podemos aprender a usar nuestras intenciones, creencias y percepciones para generar salud y bienestar. Algún día todo este trabajo nos llevará a la tercera etapa descrita por Schopenhauer, cuando todo el mundo reconozca que el cuerpo humano no sólo es una compleja máquina, sino también y sobre todo un centro energético que responde holísticamente, tanto a la estimulación física como al poder de la conciencia.

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