Un legendario artista de Ibiza que ilumina los cielos con magia.

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Bamboo: Iluminando la isla
Por Cat Weisweiller
Si alguna vez hubiera una personalidad isleña con una o dos historias que contar, sería Bamboo. Ampliamente conocido en toda la isla, Bamboo es un artista visual que ha estado cautivando a los fiesteros con sus proyecciones de luz y efectos visuales emblemáticos durante décadas.

Bamboo nació en Heidelberg, Alemania, en 1949. En torno a los 15 años, partió en su primer viaje de descubrimiento; haciendo autostop a Dinamarca. “Haz el amor y no la guerra” era el tema central de la época, y algo que él representó con gran éxito como pintor callejero. A su regreso, la fotografía se introdujo subrepticiamente en su vida. Su principal foco de interés era tener acceso a una pista de carreras de coches, se postuló como fotógrafo para conseguir una tarjeta de prensa – como él mismo admite, con una cámara ridículamente rudimentaria. A pesar de ser eclipsado por profesionales consumados armados con cinco cámaras de alta tecnología cada uno, fueron sus imágenes las solicitadas al instante por todas las grandes editoriales. Poco sabía entonces que este sería el hecho precursor a 13 años fotografiando la Fórmula 1.



«Siempre supe que no quería estar atrapado en una oficina, y no quería estar obligado a vivir con un despertador. La fotografía, sin restricciones de tiempo o lugar, me prometió la libertad que anhelaba». En 1968, con 18 años de edad, Bamboo se marchó a Nueva York. Financió su estancia de dos meses dedicándose al arte de la calle – que a su vez resultó ser una aventura sorprendentemente lucrativa. Mientras tanto, ahondaba su pasión por la fotografía indagadora y observacional.

Luego vino un viaje de cinco meses recorriendo África y la India. Ciertamente, toda una hazaña a su tierna edad, sobre todo porque era en un momento en que los viajes por todo el planeta eran poco comunes, y los viajeros partían sin imágenes o conocimiento del destino que les esperaba. A pesar de esto, se aventuró audazmente con cuatro duros en los bolsillos, y felizmente hizo amigos que compartían los sonidos progresivos de Deep Purple que reverberaban de su grabadora de cinta única “de vanguardia para la época”. «Me deleitaba en esta arremetida sensorial de nuevos paisajes, sonidos y experiencias».

Su apetito por explorar personas y lugares estaba destinado a crecer, lo que le conduce a dos años de reportajes. Sin embargo, este era un reportaje del más crudo: dejando al descubierto la parte más vulnerable de la criminalidad – desde estafadores y fraudes de matrimonio hasta asesinos; fundamentalmente, una mirada profunda a los aspectos más oscuros de la humanidad. Aunque Bamboo había viajado mucho para un hombre de su edad, y sobre todo para la época, esta fase de su vida fue una cruda revelación: «Yo todavía era bastante ingenuo en aquel entonces, así que fue un áspero baldazo de realidad; casi como si el disco duro en blanco de mi mente se hubiera inundado de información nueva, surrealista, sensacional y a veces alarmante». Sin embargo, el resultado de este valiente ahondar en otro mundo fue que sus imágenes recibieron amplia cobertura en las publicaciones investigadoras de referencia, como Geo, Stern, Spiegel, Paris Match, The Sun, Ele Ela, por citar sólo algunos.



A los veintitantos años, Bamboo se trasladó a Río; su siguiente ambiciosa misión era encontrar al ‘Great Train Robber’, el célebre atracador del tren de dinero, Ronnie Biggs. Sobra decir que el tenaz Bamboo lo encontró. Sin embargo, con el tiempo consolidaron una amistad tal, que Bamboo se mantuvo fiel al firme principio de que «nunca cruzaría la línea para lograr un título». Compartieron juntos sesiones absurdamente hedonistas, que quedaron prudentemente impresas en la memoria de Bamboo, para nunca más ver la luz en los titulares de prensa sin duda sugerentes que podrían haber atraído. En cambio, concentró sus esfuerzos creativos en fotografiar a Ronnie en casa con los Sex Pistols, y en los derechos exclusivos para capturar los fotogramas de su película, “The Great Rock ‘n’ Roll Swindle”, filmada en Río.

En 1980, a principios de su treintena, Bamboo llegó a Ibiza por casualidad. Después de años de trotar por el mundo, supo que había llegado el momento de encontrar una base adecuada. Nunca antes había oído hablar de Formentera, pero encontró de repente que se sintió atraído por esta pequeña isla, menos conocida en el Mediterráneo. Aterrizó en Ibiza, reservó un billete para Formentera, y le encomendó a una agente inmobiliaria la búsqueda de una casa de alquiler a largo plazo. A pesar de sus mejores esfuerzos, no apareció nada adecuado. Reconciliado, cogió un vuelo de regreso a Palma, con la intención de regresar a Alemania. Sin embargo, la continuación de su viaje fue interrumpida por una oferta repentina de una casa en Ibiza. El instinto le llevó a tomar el siguiente vuelo de vuelta aquí. La casa en cuestión era una finca de 200 años de antigüedad, en las colinas de las afueras de San Juan. Fue “amor a primera vista”.



Esto marcó un punto de inflexión muy importante en la vida de Bamboo. Financiado por la venta de sus fotografías, que por entonces eran vendidas por las agencias de todo el mundo, Bamboo se recogió en una existencia sencilla en armonía con la naturaleza, la experimentación espiritual, y volver a conectar aquí con mucha gente que había conocido previamente en Bali y la India. Retomó la pintura: «No teníamos teléfonos, ni electricidad, no había distracciones, era como la jubilación anticipada en un cuerpo joven». También desarrolló una fascinación por la técnica japonesa de pintura a cepillo Sumi-e; intensificado por un maestro de Sumi-e de 89 años de edad, que había visto su trabajo y lo había invitado a ser su discípulo personal en Japón durante cuatro meses.

Poco después, la floreciente escena de la fiesta de luna llena en San Juan mandó al garete el plan de jubilación anticipada de Bamboo. Las fiestas, las de la leyenda ibicenca, eran gratuitas, en la naturaleza, e iban ganando rápidamente en popularidad. A medida que crecían, Bamboo batallaba cada vez más con la  decoración mediocre, hasta que se dio cuenta, «Espera, yo soy el que se queja, y sin embargo, yo soy el que está equipado para hacer algo al respecto». Y así surgieron las distintivas proyecciones de Bamboo, tótems y esculturas de cartón piedra.

 A mediados de los años 90, la policía cayó en la cuenta y puso fin a las fiestas. Sin embargo, la reputación de Bamboo por magistralmente proveer visuales para fiestas perduró fervientemente. De hecho, no pasó mucho tiempo antes de que le contactaran para hacer proyecciones para la rave ‘Mayday’ en Alemania, de renombre mundial. Las características proyecciones de Bamboo toman predominantemente la forma de imágenes en blanco y negro enriquecidas en creativas composiciones coloridas a través del diseño gráfico, a menudo incorporando imágenes esotéricas.



Lo que siguió en términos de los servicios visuales de Bamboo al mundo de la fiesta – en toda la isla, la península española, el resto de Europa, al otro lado del Atlántico e incluso Asia – es demasiado largo para contar aquí. Basta con decir que, entre otros lugares, Amnesia, Ku, Pacha, Privilege, El Divino, y una residencia de 10 años en la rave techno ‘Time Warp’, en Alemania, vio a Bamboo iluminando la escena de la fiesta con su obra única. Además de esto hubo un período de 7 años en el equipo de promoción en Namasté, y colaboraciones regulares con DJs como Sven Väth y noches de renombre como Manumission. Al mismo tiempo, Bamboo también guarnecía a las fiestas locales de San Juan y San José, así como las fiestas Flower Power en Formentera – un servicio que ha estado proporcionando religiosamente desde 1999. Por otra parte, su fotografía y obra Sumi-e se han exhibido con regularidad en toda la isla en Bambuddha Grove, Nagai y la Ruta del Arte.



Hace unos cuatro o cinco años, Bamboo refinó su entregada ronda de la escena del club en principalmente suministrar fiestas privadas y lugares más pequeños como Atzaró – a menudo diseñando experiencias audiovisuales completas, reclutando a otros amigos expertos en el ámbito para unirse a su opulenta operación. Hace siete años, también se puso de nuevo en serio con su fotografía, grabando en celuloide la vida nocturna de la isla y sus viajes alrededor del mundo. Lejos de dormirse en los laureles ahora, Bamboo (junto con un equipo de artistas de la isla) continúa cautivando fiestas privadas exclusivas, bodas y fiestas locales con sus proyecciones. También sigue apasionado por su pintura a cepillo Sumi-e y, además de eso, está escribiendo su tan anticipada autobiografía. Esto es por no hablar de un libro de fotografías que está compilando actualmente: Ibiza-Bangkok Route 69. •

www.bambooo.de

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